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Nota para aquél que transmitirá el mensaje a los niños:
En el texto se lleva una hilación específica que se necesita respetar, por éste motivo en la explicación se pide  apegarse al orden de los argumentos tal y como se hilan en el texto. En base a nuestra experiencia, cuando se trata de un gran número de niños, o cuando el equipo de sonido/acústica no son buenos ser lo mas conciso posible saltando las apariciones del ángel y/o el ejemplo de dar el rosario a  alguien para dar a entender el significado de la consagración.

Queridos niños, he venido a darles la  mejor noticia  del mundo, si están listos para recibirla.
Ya saben que en el mundo hay mucho mal: guerras, droga, violencia, enfermedades, familias que se separan, millones de niños que mueren de hambre... ¿Les gustaría que se acabaran todas estas cosas malas? ¡Sí! Y si eso dependiera de ustedes, solamente de ustedes, niños, ¿Estarían dispuestos a ayudar, para que todas esas cosas malas desaparecieran cuanto antes? ¡Sí!
Pues bien, ahora van a prometerme que van a estar atentos a lo que les voy a decir. Les voy a contar la historia de tres niños como ustedes. Es una historia verdadera. Esos tres niños les van a enseñar qué es lo que tienen que hacer para librar al mundo del mal y para hacer que nazca un mundo nuevo, en el que haya sólo Amor.

 

LOS TRES PASTORCITOS Y EL ÁNGEL DE LA PAZ

 

La historia que voy a contarles sucedió en el año 1917 en Fátima, un pueblecito de Portugal, en Europa; en aquel tiempo estaba la Primera Guerra Mundial (1915-1918).
En Fátima vivían tres niños que no iban a la escuela, porque eran muy pobres y tenían que ayudar a sus familias, llevando las ovejas al campo. Se llamaban Lucía, de 10 años, Francisco de 9 y Jacinta de 7. Francisco y Jacinta eran hermanitos, Lucía era su prima.
Lo que les voy a decir nos lo ha contado Lucía, que después fue a la escuela y ha escrito todo en cuatro cuadernos. Lucía fue monja carmelita en Coimbra, Portugal y murió el 13 de febrero del 2005.

Cuenta Lucía que un día, mientras estaban en el campo cuidando de las ovejas, vieron acercarse un joven luminoso, como transparente; parecía ser de unos 12 o 14 años. Ese joven de luz dijo a los niños: “No tengan miedo, yo soy el Angel de la Paz, el Angel de la Guarda de Portugal. Rezen conmigo”; San Miguel el Protector del Portugal. Apareció tres veces y enseñó a los niños algunas oraciones muy lindas.

La primera vez el Ángel les enseñó una preciosa oración, repitiéndola tres veces, postrado con la cara en el suelo: “Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo. te pido perdón por los que no creen, no esperan, no te adoran y no te aman”.
Después les recomendó que rezaran mucho, diciendo: “Los Corazones de Jesús y de María han aceptado sus oraciones”. Y desapareció.
Los niños al principio hicieron lo que el Ángel les había dicho, rezando mucho. Sin embargo, al pasarles el primer entusiasmo, se les olvidó y continuaron jugando, como si nada hubiera pasado.

Poco tiempo después el Ángel se les apareció de nuevo, mientras jugaban en el huerto de Lucía, diciéndoles: “¿Qué están haciendo? Recen, recen mucho... Ofrezcan constantemente al Señor oraciones y sacrificios... Sobre todo aceptar y soportar con obediencia los sufrimientos que el Señor les mande. Los sacrificios que hacen los niños son preciosos para el Señor: son potentes para hacer que los malos se vuelvan buenos”.

Algunos meses más tarde el Ángel se les apareció por tercera vez, llevando en la mano un Cáliz, sobre el cual había una Hostia, de la que caían gotas de Sangre en el Cáliz. La Hostia y el Cáliz quedaron suspendidos en el aire, mientras el Ángel se arrodilló al lado de los niños, haciéndoles repetir tres veces esta oración: “Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, los adoro profundamente y les ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por todos los sacrilegios e indiferencias con que El mismo es ofendido. y por los méritos infinitos de Su sacratísimo Corazón y del Corazón inmaculado de María les pido la conversión de los pobres pecadores”.
A continuación el Ángel les dio a los niños la Primera Comunión, dándoles el Cuerpo y la Sangre de Jesús.

El Ángel de la Paz enseñó a los niños a hacer sacrificios y a pedir por la conversión de los pecadores, y a amar a Jesús en la Eucaristía en reparación por las ofensas que el Señor recibe en este Sacramento.
Esas cosas se convirtieron en la finalidad principal de la vida de los tres pastorcitos, y ésa debería de ser la finalidad de todos los niños del mundo, imitándolos.
Lucía, Francisco y Jacinta pasaron su vida esforzándose en hacer sacrificios por los pobres pecadores: por ejemplo el alimento que llevaban con ellos para comer en el campo se lo llevaban a los pobres, no bebían por varios días agua, y una vez en la época de calor extremo en Portugal no bebieron agua durante un mes. Pasaban mañanas enteras en oración, con la cara en el suelo, repitiendo las oraciones que el Ángel les había enseñado.

De esa forma se estaban preparando a otro encuentro, mucho más importante.

EL ENCUENTRO CON LA VIRGEN MARÍA

Sucedió el 13 de Mayo de 1917, a mediodía, en un día espléndido de sol. Los tres pastorcitos acababan de rezar el Rosario, cuando oyeron de repente como un trueno y vieron una gran luz, en medio de la cual estaba una Señora hermosísima, más brillante que el sol. Al principio los niños sintieron un poco de miedo, pero la Señora los tranquilizó con su dulcísima voz:
- “No tengan miedo, no vengo a hacerles ningún mal”.

Los tres pastorcitos tomaron confianza, haciéndole varias preguntas:
- “¿Quién eres? ¿Cómo te llamas? ¿De dónde vienes? ¿Qué quieres de nosotros?”
- “Vengo del Cielo”, respondió la Señora señalando el Cielo con la mano. -”Quiero que vengan aquí durante seis meses, el día 13 de cada mes... Mi nombre se los diré al final...”
Los niños hicieron otras preguntas a las que la Señora contestó; y cuando ya no le preguntaron nada más, fue Ella quien les hizo una pregunta:
- “Quieren ofrecerse a Dios, dispuestos a aceptar lo que El quiera enviarles, por la paz en el mundo y por la conversión de los pobres pecadores?”

De esa pregunta depende la salvación del mundo. Los tres niños comprendieron que era una cosa importante y por un momento estuvieron en silencio; a continuación respondieron con decisión: - “¡si, queremos!”
La Señora sonrió y siguió diciendo: - “Pues bien, no tengan miedo de nada. La Gracia de Dios será su consolación”.
Entonces abrió los brazos y de sus manos salieron dos grandes rayos de luz, que iluminaron el pecho de los niños y entraron dentro de ellos: -“Esa Luz era Dios”, ha escrito Lucía en su diario.
Después la Señora empezó a subir hacia el Cielo y sus últimas palabras fueron: -“Rezen todos los días el Rosario”.
La Virgen apareció a los niños otras cinco veces más, la última de ellas el 13 de Octubre cuando sucedió el estupendo milagro del sol.

Queridos niños, yo ahora no puedo contarles las otras cinco apariciones, pero quisiera hacerles comprender algunas cosas muy importantes, de ese primer encuentro.
Vamos a ver: la Virgen ha venido desde el Cielo para traer la Paz al mundo y por la conversión de los pecadores.
- “Qué cosa es la paz?”(* hacer que los niños respondan cada quien como quiere. Unos dirán –“es el Amor!” Si nadie lo dice, concluir diciendo):-“¡la paz es el amor!
- “¿Qué quiere decir la conversión de los pecadores?” Significa que los malos se vuelvan buenos. Y ahora vamos a pensar un momento sobre estas dos cosas:
- “¿Qué pasaría en el mundo si todos los malos se hicieran buenos y si todos tuvieran tanto amor en el corazón?” Pues que desaparecerían todas las cosas malas que hay: las guerras, las fábricas de armas, los tribunales, las cárceles... Ya no habría más naciones que sufren por el hambre, ya no habría más violencia... Las familias ya no se separarían... Todos sonreirían, se ayudarían, jugarían juntos...
-”¿Cómo sería la tierra entonces? ... (* normalmente algunos niños dicen: “¡un paraíso!” Si nadie lo dice, concluir diciendo): ¡seria un... paraíso!”

¿Y les gustaría que esto sucediera? ¡Sí!
Y si yo les dijera que eso depende de ustedes, niños, ¿estarían dispuestos a hacer lo que hicieron los tres Pastorcitos, aceptando la invitación de la Virgen? ¡Sí!

Ven, muchos piensan que no es posible que todo el mundo se convierta en Amor; pero yo les pregunto: ¿la Virgen puede decir mentiras? ¡No!

Y además ¿saben ya la oración del Padre nuestro? En esa oración le pedimos a nuestro Papá del Cielo: “Venga tu Reino… de Amor; Hágase en la tierra como en el cielo tu Voluntad… de Amor”.

La Santísima Virgen ha venido a decirnos que ya ha llegado el tiempo, que en la tierra va a venir por fin el Amor ... Pero con una condición: que ustedes, niños, la ayuden a realizar ese deseo grandísimo de Dios. Ella vino a Fátima precisamente para eso, para pedir ayuda a los niños; y por eso mismo hoy ha venido aquí a encontrarlos a ustedes.

Tal vez estarán diciendo: -”¿Pero qué podemos hacer nosotros, los niños? Somos pequeños, no somos importantes ni ricos, y ni siquiera vamos, así, muy bien que digamos, en la escuela...” Pues bien, ahora les diré lo que la Virgen logró hacer con aquellos tres niños de Fátima, que eran más pobres que ustedes y que no iban  ni siquiera a la escuela, y por eso no sabían leer ni escribir. ¿Les cuento otra cosa?

El 13 de Julio, en la tercera aparición, la Virgen les dijo lo que iba a ocurrir en el mundo durante este siglo. Entre otras cosas les habló de las dos grandes guerras mundiales que han destruido tantas naciones, sobre todo en Europa. La Virgen les dijo:
-“Esta primera guerra mundial (1915-18)  se acabará dentro de poco; pero mas adelante empezará otra, la segunda (1940-45), que será peor que ésta”. Y luego añadió: -“Yo salvaré a su patria, o sea, a Portugal, de la segunda guerra mundial”...
Pues bien, niños, en esa guerra mundial no participó Portugal, gracias a esos tres niños que dijeron que “sí” a la Santísima Virgen. Y estas cosas no me las he inventado yo, han pasado realmente.

Ahora yo les pregunto: ¿Piensan que la Virgen quería pedir ayuda solamente a aquellos tres niños de Portugal, o a todos los niños del mundo?” ¡A todos los niños del mundo!
Por lo tanto, ¿también a ustedes? ¡Sí!

Pues entonces les hago otra pregunta: -“Si la Virgen, con sólo tres niños, logró salvar de la guerra a una gran nación, ¿qué cosa podrá salvar si encuentra miles y miles de niños que La ayuden?” – “¡el mundo...!”

Sí, niños, eso es. El Padre Pío de Pietrelcina, un santo sacerdote capuchino, así lo ha dicho: “los niños salvaran el mundo”. De su corazón han nacido los Nidos de Oración del “Armada Blanca”, un ejército de niños para ayudar a la Virgen, para su triunfo.

Ya ven, niños: hoy estamos aquí reunidos. Si hacemos lo que la Virgen nos ha pedido, seremos suficientes para salvar el mundo.


¿Pero qué es lo que tenemos que hacer? Tres cosas:
La primera: Ofrecerse a Dios. ¿Qué quiere decir?
La segunda: Rezar todos los días el rosario.
La tercera: Hacer alguna penitencia.


“¿Quieren ofrecerse a Dios...?”

“¿Quieren ofrecerse a Dios...?” E so fue lo primero que la Virgen preguntó a los tres niños, y tienen que entender bien qué es lo que significa. Voy a poner un ejemplo para ver si lo entienden:

Todos han recibido un Rosario, que ahora tienen en el cuello. Ese Rosario, antes de dárselos, era nuestro. Pero ahora que se lo hemos dado, ¿de quién es? ¿A quién pertenece? -“¡A nosotros!”
. Ahora ese Rosario es de ustedes y pueden hacer con él lo que quieran, porque es una cosa suya. Pero si no se los hubiéramos dado, ¿qué habrían podido hacer? -“¡Nada!”
Ahora vamos a decir una cosa un poco más importante. Si le decimos a Nuestro Padre del Cielo: -“¡Papá Dios, me ofrezco a Ti!”,  entonces ¿a quién perteneceremos?
-“¡A El!”, me contestan; y es cierto, porque nos hemos entregados a El.
Si nosostros nos entregamos a El, ¿qué puede hacer con nosostros el Papá del Cielo? -“¡Todo lo que quiera!”. Es natural, porque entonces le pertenecemos.
Pero no tengan miedo, porque El quiere servirse de nosostros para dar la Paz al mundo.

Pero si alguno me dice: “Yo al Papá del Cielo no le quiero ofrecer nada, no quiero hacer lo que la Virgen me pide”, ¿qué podrá hacer El con ustedes?
-“¡Nada!”, me responden, ¿Y saben por qué? Porque El nos ha creado libres y no quiere obligar por fuerza a nadie. Respeta nuestra libertad.

A los tres niños de Fátima la Virgen les hizo una invitación, les pidió un favor, y ellos eran libres de decir que sí o que no. Respondieron que “sí”, y de esa manera salvaron a su Patria de la guerra. Si hubiesendicho que “no”, ¿qué habría ocurrido a Portugal?
-“¡Habría sufrido la guerra!” ¿Ven que importantes son los niños?

¿Lo han entendido bien? Bueno, pues ahora, si la Santísima Virgen les pidiera ayuda a ustedes para salvar al mundo, ¿hay alguno aquí presente, que estaría dispuesto a ayudarla? ¿Quién? Uno soy yo (* dar el ejemplo levantando la mano). ¿Quién más? ¿Quién levanta la mano? ¿Todos?

Bueno, ahora yo les hago la misma petición que la Santísima Virgen hizo a los tres niños de Fátima: “¿Quieren ofrecerse a Dios, y están dispuestos a aceptar todo lo que El les envié, por la paz del mundo y por la conversión de los pecadores?” Después añadiré: “por el Papa, por el triunfo del Corazón Inmaculado de María”. Cuando haya pronunciado la palabra “María”, los que quieran ayudarla responderán fuerte: “¡Sí!”; ¿de acuerdo?

Pero antes que nada debemos consagrarnos al Ángel de la Paz, a San Miguel Arcángel, con esta pequeña oración:
- “¡Hermano mío, dame la mano y llévame a Dios!”
Digámosla todos juntos: - “Hermano mío...”


Estemos todos con las manos juntas, con los ojos cerrados y cada uno pregúntese a si mismo si quiere decir “si” a Dios con todo el corazón. Hagamos un minuto de silencio (20, 30 segundos). ¿Listos?

(Con voz clara, pronunciando bien las palabras): “Hermanitos míos: les pido en nombre de la Virgen, que tiene necesidad de nuestra ayuda: ¿quieren ofrecerse a Dios, y están dispuestos a aceptar todo lo que Él quiera enviarles, por la paz en el mundo, por la conversión de los pecadores, por el Papa, por el triunfo del Corazón Inmaculado de María?” -“¡Síííííííí...!”

No, no me gusta. Quiero un “Sí” que salga de verdad del corazón; un “Sí” potente, que haga temblar de alegría y de emoción el Cielo y que haga llover sobre la tierra un mar de Amor... ¡Un “Sí” que haga temblar de miedo al infierno! Vamos a hacer otra vez la prueba, y esta vez es la que vale.
Ahora hagamos una pausa de silencio. Recuerden que este es el “Sí” más importante de su vida, del que depende la salvación de tantos hombres.
Todos con las manitas juntas y los ojos cerrados. Cada uno pregúntese a sí mismo si de verdad, con todo el corazón, quiere responder que “Sí”.
¿Listos?

Niños, se los pido en nombre de nuestra Mamá del Cielo, que ha venido a pedirles su ayuda: “¿quieren ofrecerse a Dios, y están dispuestos a aceptar todo lo que Él quiera enviarles, por la paz en el mundo, por la conversión de los pecadores, por el Papa, por el triunfo del Corazón Inmaculado de María?”
-“¡Sì!”.

Bien, niños, ahora estaremos otro minuto en silencio, siempre con los ojos cerrados y las manitas juntas y le pediremos a la Virgen que abra las manos, como hizo en Fátima, y haga que baje sobre nosotros y sobre el mundo entero el Amor de Dios. (*Pausa de 20-30 segundos)

..Y ahora, niños, les digo otra cosa de parte de nuestra Mamá… ¿Saben lo que les dice? Les está diciendo “¡Gracias! ¡Gracias por haber aceptado mi invitación!”

Les enseño dos pequeñas oraciones de consagración, que ustedes van a repetir muchas veces todos los días. Una a la Mamá del Cielo: - “¡Madre, te doy mi corazón y mi voluntad, para la eternidad, salva a la humanidad!”.
La otra es al Papá del Cielo: “¡Padre mío, Padre bueno, a Ti yo me ofrezco, a ti yo me doy!”
Repitámosla todos juntos, fuerte.
Gracias, niños. Gracias de parte de Papá Dios y de la Mamá del Cielo; gracias también de parte mía.

Ahora les darán un tríptico para aprender a rezar el rosario (los maestros o los acompañantes distribuyen los trípticos con la explicación de los misterios de Rosario)

 


¿Como se reza el rosario?

Y ahora les vamos a enseñar a rezar el Rosario. Lo primero es entender qué cosa es el Rosario y para qué sirve.
El Rosario es el arma de María para destruir el mal.
El Rosario es un arma (así lo llamaba el Padre Pío de Pietrelcina). ¿Para qué sirven las armas? Para matar. Pues bien, el Rosario es la única arma en el mundo que no mata al hombre, sino que mata ... (*el pecado, el mal...: hacer que lo digan los niños)
Si usaremos esa arma muchos, formaremos una gran “ARMADA”; un “Armada Blanca”, porque el blanco es el color de la Paz, el color de la Pureza, el color de la Inocencia.
Va a ser la única armada en el mundo que no hará la guerra, sino la Paz; que no provocará el odio, sino el Amor.
Formarán parte de esta “Armada Blanca” de la Virgen todos los niños del mundo que recen todos los días el Rosario, solos o en pequeños grupos de oración (“Los Nidos de oración de Armada Blanca”), con la propia familia, con sus parientes, con sus amigos. En las hojitas (trípticos) que les hemos dado está explicado cómo se forma “un Nido de Oración”. Y ahora vamos a ver cómo se reza el Rosario.

¿Tienen todos el Rosario? ¿Tienen todos la hojita con los misterios del Rosario? Bueno, ahora abrimos la hojita... Arriba está escrito: “El Santo Rosario”, y debajo, ¿qué dice? “Misterios gozosos”, luego “Misterios Luminosos”, luego “Misterios Dolorosos” y por último “Misterios Gloriosos”.

¿Qué cosa son los “misterios”? Son los momentos más importantes de la Vida de Jesús y de María: los primeros cinco son de alegría, de gozo; son los primeros momentos de la Vida de Jesús. Los cinco que siguen son los momentos más importantes de la vida pública de Jesús. Después siguen los cinco de dolor, porque son los momentos de la Pasión del Señor, los últimos momentos de su Vida. Y los últimos cinco son de gloria, o sea, del triunfo de Jesús y de María en la Resurrección y cuando subieron al Cielo.

Al lado de los “Misterios gozosos”, ¿qué cosa dice entre paréntesis? - “Lunes y Sábado".
Al lado de los “Misterios luminosos”, ¿qué dice? - “Jueves”.
Al lado de los “Misterios dolorosos”, ¿qué dice? - “Martes y Viernes”.
Al lado de los “Misterios gloriosos”, ¿qué dice? - “Miércoles y Domingo”.
Eso quiere decir que los misterios del Rosario son veinte, que estaría bien poder rezar todos los días los veinte misterios, pero que si alguien no puede rezar todos, que por lo menos rece los que son para ese día. Por ejemplo, ¿qué misterios decimos el Jueves? - “¡Los Luminosos!”. ¿Y el Sábado? - “¡Los Gozosos!” - Muy bien.

¿Hoy, qué día es? – (*los niños contestan). Pues entonces, ¿qué misterios decimos? (*los niños contestan) -  Bueno, ahora leemos lo que dice en el primer misterio: - “En el primer misterio ..... contemplamos (o sea, meditamos, pensamos) ........ (* todos juntos enuncian el misterio). Y ahora volvemos a doblar la hojita y nos la guardamos en el bolsillo.

Para empezar a rezar el Rosario hacemos todos juntos la señal de la Cruz, bien hecha, con calma y atención: - “En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén”.
Ahora tomamos el Rosario que llevamos al cuello y comenzamos tomando con dos dedos la imagen de la Virgen, y decimos: - “En el primer misterio gozoso (o luminoso, doloroso, glorioso...) contemplamos la Anunciación del Ángel a María ...” (o bien: “El Bautizo de Jesús”, o “La agonía de Jesús en el huerto de los Olivos”, o “la Resurrección de Jesús”).

Empezamos diciendo el Padrenuestro: la fila de la derecha dice conmigo la mitad y la fila de la izquierda dice la otra mitad (o si prefieren yo digo la primera parte y ustedes la segunda: Padre Nuestro que estás en el  Cielo ….
Sujeten ahora la primera bolita, después la imagen de la Virgen - no la que va hacia el Crucifijo, sino la que forma parte del Rosario - y decimos juntos el Ave María. Tomamos la segunda “cuenta” y sujétenla hasta terminar la segunda Ave María. Después la tercera... y ahora ya no les la digo más; vamos a ver quien logra contarlas todas hasta acabar el misterio... (*Cuando se llega a la penúltima Ave María, se pregunta a los niños: “¿Cuántas faltan?”  –“¡Una!” Muy bien.)

Ahora, niños, tengan entre los dedos la “cuenta” grande y decimos juntos el “Gloria al Padre...”, siempre la mitad cada grupo.
Y también la oración que la Virgen enseñó a los niños de Fátima el 13 de Julio, después de enseñarles el infierno. Búsquenla en su hojita. Ábranla y lean en la segunda columna, donde está escrito “Padre nuestro”; debajo dice “Ave María”; más abajo sigue “Gloria al Padre” y más abajo todavía: “Oh Jesús mío...”

La leemos todos juntos, lentamente: “Oh, Jesús mío, perdona nuestras culpas (pecados), líbranos del fuego del infierno y lleva al Cielo todas las almas, especialmente las más necesitadas de tu Misericordia”.

Hemos rezado el primer misterio del Rosario. Nos detenemos aquí, pero ustedes terminaran luego el Rosario por su cuenta. Para continuarlo hay que decir cual es el segundo misterio y - contando siempre con las bolitas o “cuentas” - rezar el Padre Nuestro y  después las diez “Ave Marías”...

Niños, recuerden que para rezar el Rosario se necesita más o menos quince minutos, o sea, la centésima parte del día... Si tienen cien caramelos y yo les pidiera uno, ¿me lo darían? ¡Sí! Pues bien, la Virgen les pide apenas la centésima parte de todo el día...

 

EL SACRIFICIO QUE LA VIRGEN PIDE

Los tres pastorcitos hacían muchos sacrificios; ¿por qué no hacemos también uno nosotros, para que la Paz llegue cuanto antes? ¡Sí! Pues bien, les digo cuál es la penitencia que la Virgen desea que hagan. Prepárense, porque yo sé que cuesta mucho:
¡La Virgen no les pide no beber agua o no comer, ¡les pide otro sacrificio! ¡La Virgen les pide no ver la televisión! Y ha explicado por qué nos pide eso: “¡La televisión los está destruyendo por tanta violencia, mentiras y falsos valores, malos ejemplos y falta de amor verdadero! ¡Ya no son capaces de pensar con su cabeza!”
Ahora yo les invito a que hagan esta penitencia, o de renunciar a los juegos de video por lo menos durante una semana. Aunque sería bueno que después renovaran este propósito.

¿Hay alguno que esté dispuesto a hacer esta penitencia? ¡Sí! Bueno, gracias también por esto. Y les recuerdo que un sacrificio entre mas cuesta hacerlo mas vale.

MANDEMOS UN BESO A MARIA

Antes de despedirnos, ¿le mandamos  un beso a María? ¡Sí!
Muy bien, vamos a intentarlo…
¡Gracias!
¿Le damos un aplauso y un canto a la Virgen? (Antes del encuentro decidir con los maestros cual canto hacer).


 ENCUENTRO CON LOS MÁS PEQUENOS

(Se aconseja reunir a los niños de pre escolar en pequeños grupos).

Pequeñitos míos, ¡buenos días a todos ustedes!
- “Yo soy ..... (Presentarnos) ¿Saben ustedes quién es esta Señora aquí presente? (*enseñando la imagen de María) ¿Quién es?”
- “¡María!” -”¿Y quién es María?”
- “¡La Mamá de Jesús!” - “Es verdad, pero ¿de quién más es la Mamá?”
- “¡De nosotros!” - “¿Sólo de ustedes los niños, o también de los grandes?”
- “¡También de los grandes!”
- “¿Y es también la Mamá de esas personas grandes que hacen cosas malas, que roban, que matan...?” -”¡Sí!... ¡No!...” (*Dejar que los niños contesten).
- “Muy bien, niños. Ahora les voy a explicar una cosa importante: todos los hombres, buenos y malos, grandes y pequeños, pertenecen a una sola familia, de la cual Dios es el Papá, la Virgen es la Mamá, Jesús es el Hermano mayor y todos nosotros somos hermanos.
Como sucede en todas las familias numerosas, también en la grande familia humana hay algún hijo que no se porta bien, que hace cosas malas... El Papá y la Mamá lo quieren siempre, a pesar de que es malo. Pero... cuando ustedes se portan mal, ¿su papá y su mamá están contentos?” - “¡Nooo!”
- “Seguro que no, porque el papá y la mamá quieren que sus hijos sean siempre...” - “...¡Buenos!” (*Dejar que contesten los niños)

- “Bueno, ahora les voy a contar una historia muy importante. Se la voy a contar como un cuento, pero es una historia verdadera, que empezó en el Cielo... ¿Saben ustedes cómo es el Cielo?” (*Dejar que contesten los niños) –“¡Es azul!... ¡Es blanco!...”
-“Es verdad, el Cielo es azul; cuando hay nubes es blanco o gris... Pero detrás del color azul o blanco hay un mundo maravilloso, que se llama el... (*Dejar que contesten los niños) ¡Paraíso! El Paraíso es un mundo bellísimo; en algunas cosas es parecido a la tierra: hay muchas flores, hay siempre un Sol maravilloso... Pero más que nada es bellísimo porque en el Cielo todos son buenos y todos se quieren: nadie grita, nadie sufre, nadie está solo, juegan siempre y sonríen siempre...

La historia que voy a contarles sucedió allí, en el Cielo... ¿Dónde está la Virgencita?” (*Dejar que contesten los niños) - “¡En el Cielo!”
-“¿Y quién más vive en el Cielo?” (*Dejar que contesten los niños) - “Jesús..., Dios Padre..., los Ángeles..., los Santos...”
- “Y nuestros familiares que mueren, ¿a dónde van?” (*Dejar que contesten los niños) - “¡Al Cielo”.

“Un día la Virgen estaba paseando por los espléndidos jardines del Cielo y se encontró con Dios... ¿Quién es Dios?” (*Dejar que contesten los niños, si nadie lo dice, sugerir: “Dios es nuestro…) –“¡Dios es nuestro Padre!”
... Y María vio que Papa Dios estaba muy triste. Nuestra Mamá, María, le dijo: - Papá querido, ¿por qué estás tan triste? Todos te queremos mucho, todos te amamos...
Y Papá Dios le contestó: - Sí, es verdad, aquí en el Cielo todos son buenos y me quieren mucho; pero Yo tengo muchos otros hijos que están en la...” -”...¡tierra!” (*dejar contestar a los niños)
- “De esos hijos, algunos son buenos, especialmente los niños; pero entre los adultos hay muchos que no me aman, que no me quieren con ellos, que me insultan, que hacen cosas feas, roban, hacen daño a sus hermanos, se matan entre ellos con mucha violencia y guerras... ¿Cómo puedo estar Yo contento, si tengo tantos hijos malos, que están en peligro de irse al infierno?"

La Virgen María se puso a llorar y dijo a Papá Dios: - "Padre mío, yo no puedo verte sufrir... Si Tú me lo permites, yo bajaré a la tierra y haré que todos los hombres se vuelvan buenos; te lo prometo".
El Papá del Cielo sonrió a la pequeña María, que tanto lo ama, y le dijo: - “Está bien, baja a la tierra; pero cuídate, que no te recibirán y no te escucharán... Y gracias por lo que lograrás hacer”.
Y María bajó a la tierra. Pero nadie se había dado cuenta, parecía una mamá como muchas otras. Y Ella iba donde estaban sus hijos más malos, y trataba de convencerlos para que fueran buenos.

Se acercó a unos muchachos que se estaban peleando, diciendo malas palabras, que estaban desobedeciendo a sus padres, y les dijo: - “Hijos míos, ¿por qué hacen cosas malas? ¿Por qué no se portan bien?”
Pero le contestaron: - “Nosotros ya no somos niños; hemos crecido y hacemos lo que se nos antoja. ¡No queremos escucharte!”

¡Pobre Mamá María! Y seguía caminando por las calles del mundo... Así llegó a un país en que había una guerra terrible, había muchos soldados que se disparaban entre ellos con los rifles  y se mataban. Ella la Mamá María hablaba con ellos y decía: - “Hijos míos, ¿por qué se están matando, por que no hacen la paz yno se aman, no juegan juntos, no se ayudan?…”
Pero ellos respondían: “Nosotros somos grandes, ahora tenemos las armas y queremos matarnos. No queremos escucharte”.

¡Pobre Virgencita! ¡Pobre Mamá nuestra del Cielo! Estaba tan cansada, y se detuvo un poco para descansar, y lloraba, y decía: “Estos hijos míos no quieren escuchar, yo ya no puedo más! He prometido al Papá del Cielo de hacerlos buenos, pero sola no puedo. Debo encontrar a alguien que me ayude… Y quién podrá ser?”

(*En este punto los niños puede ser que empiecen a decir:
- “Jesús…” y se contesta: - “pero Jesús está en el cielo”
- “Dios…” y se les contesta: -“pero también Él está en el cielo…”
- “Los Ángeles…” y se les contesta: -“pero también los Ángeles están en el cielo…”
) La Virgen tenía necesidad de alguien que la ayudara aquí en la tierra… ¿Que podía hacer? A quién podía pedir ayuda?

Entonces Ella caminó y caminó hasta que un día vio a tres niños pastorcitos que se encontraban en el campo cuidando ovejitas. Eran tres niños un poco más grandes que ustedes, y se llamaban Lucía, Francisco y Jacinta… La Virgen vio a los tres pequeños y pensó: - “¿Pueden ser los niños? ¡Los grandes no me quieren escuchar y no me quieren ayudar! ¿Pero tal vez puede ser que los niños me ayuden? ¡Se los pediré!”

De repente los niños vieron una grandísima luz, pero en medio de esta luz una Señora bellísima, más esplendorosa que el sol. Tuvieron un poco de miedo… pero la Señora los tranquilizó con estas palabras: “Niños, ¡no tengan… (* hacer que los niños lo digan)miedo! No quiero hacerles… (* hacer que los niños lo digan) …mal!”

Los niños sintieron confianza y empezaron a hacerle preguntas a esa bella Señora: - “¿Tu quién eres? ¿Como te llamas? ¿De donde vienes? ¿Que quieres de nosotros?”
Y la Señora contestó: - “Yo soy María, la Mamá de Dios y de todos los hombres… Yo vengo del Cielo… He venido porque quiero que los hombres se vuelvan buenos, pero sola no… (*hacer que los niños lo digan)puedo! ¡He venido a pedir a ustedes niños su ayuda!… ¿Quieren ayudarme para que todos se vuelvan buenos?”

Los tres niños pensaron un poco y después dijeron con todo el corazón: - “!Sí, te ayudamos!”

La Virgencita con esos tres niños hizo tantas cosas bellas, que las contaremos cuando ustedes vayan a la escuela (catecismo). Pero ahora les digo una cosa muy importante que la Virgencita me ha dicho esta mañana: - “En este lugar hay tantos niños… ¡Vamos a ver si están dispuestos a ayudarme como hicieron esos tres niños de Fátima! Yo ya no puedo más!” Y por eso he venido aquí. Y ahora le pido:

- “¿Hay alguien entre ustedes que está dispuesto a ayudar a la Virgen? ¡Levante su manita quien quiera ayudar!” (* Levantar la mano para dar el ejemplo) - “Yo… yo… yo…!”
- “Bien ahora bajen sus manitas y contesten aquello que les pediré: ¿Quieren ayudar a la Mamá del Cielo para que todos se vuelvan buenos?” –“¡Síiii!”
- “¿Quieren ofrecerse al Papá del Cielo para consolarlo de todos los sufrimientos que le dan los hijos malos? - “¡Síiiii!”

Bien, yo ahora les voy a enseñar algunas pequeñas oraciones que ustedes deben rezar siempre. La primera al Papá del Cielo: “¡Papá me doy a Tí!” Repitámosla todos juntos: “¡Papá me doy a Tí!”
La segunda a la Mamá del Cielo: “¡Mamá me doy a Tí!” Repitámosla todos juntos: “¡Mamá me doy a Tí!”
La última a nuestro Ángel: “Hermano mío, dame la mano y llévame a Dios!” Repitámosla todos juntos: “Hermano mío…”


Ahora los invito a dar un pequeño beso a la Mamá del Cielo. ¿Se lo  enviamos? - “¡Síii!”

Entonces enviémosle este besito… No, así no llega… Así como lo hago yo, con un soplo (* dar el ejemplo enviando un “besito soplado” a María).

Así está bien… pero ha surgido un pequeño problema: esos besitos llegaron todos juntos, y la Mamá del Cielo no se ha dado cuenta quien se lo envió.

Queremos darle un besito individualmente uno a la vez, así Ella lo recordará bien: - “Este me lo ha dado Juan… este María… este Antonio…” ¿Lo intentamos? “¡Síiii!”


Bien, entonces hagamos una fila y uno por uno le da un beso a la Mamá, diciéndole la oración que hemos aprendido: “¡Mamá me doy a Tí!”

(*Hay que estar muy atentos porque los niños se confunden al decir esta pequeña oración, que se les debe hacer repetir hasta que la vayan pronunciando correctamente. Además sucede muy a menudo que no todos los niños están dispuestos a dar su besito y a pronunciar la breve fórmula de consagración: casi siempre hay alguien que se niegue esto debe de ser tomado como confirmación de la validez de consagración de aquellos que dicen la oración de consagración y dan de buena voluntad el besito a Mamá).

Terminar con un canto y un saludo a la Virgen.