Cuarta apariciòn de la Virgen 19 de Agosto de 1917

El  13 de Agosto se reunieron en Cova di Iria 15.000 personas màs o menos, pero los tres pastorcillos no llegaron a la cita porque habìan sido arrestados por el Alcalde de Vila Nova de Ourem, que no amaba a la Virgen y que no querìa que la gente creyera en las apariciones. El 15 fueron liberados y el 19, mientras apacentaban el rebaño en el lugar llamado “Valinhos” (pequeños valles) volvieron a ver a la bella Señora.

«¿Qué queréis de mì?» preguntò una vez màs Lucìa. «Quiero que continuéis a ir a Cova di Iria el dìa 13 y que continuéis a rezar el Rosario todos los dìas».

A la repetida solicitud de Lucìa, que le rogaba una vez màs que hiciera un milagro para que todos creyeran, la Virgen respondiò:  «Sì. En el ùltimo mes, en Octubre, haré un milagro para que todos crean en mis apariciones. Si no te hubieran llevado a Vila Nova el milagro habrìa sido màs estrepitoso».

Después Lucìa se acordò del encargo que le habìa dado la señora Marìa Carreira y preguntò: «¿Qué queréis que se haga con el dinero y los demàs donativos que el pueblo deja en Cova di Iria?» «Que se hagan dos pequeñas andas; una la llevaràs tù, Jacinta y otras dos niñas, vestidas de blanco; la otra la llevarà Francisco y tres niños de la misma edad, también ellos vestidos con un manto blanco. El resto del dinero es para la fiesta de la Virgen del Rosario».

La muchachita rezò entonces por los enfermos que le habìan recomendado: «Sì, a algunos los curaré durante el año, dijo la Virgen; y asumiendo un aspecto muy triste añadiò: Mirad que muchas almas van al Infierno porque no hay quién se sacrifique y que rece por ellos: rezad, rezad mucho y haced sacrificios por los pecadores».

Entonces la Señora se elevò como siempre hacia oriente, dejando en los tres pastorcillos una gran nostalgia del Cielo, y un deseo, una verdadera “hambre” de sacrificios para abrirle a muchos pecadores la puerta del Paraìso.

EL ROSARIO Y LOS PECADORES

«Rezad, rezad mucho por los pecadores... muchas almas van al infierno porque no hay quién se sacrifique y rece por ellas». Son las palabras acongojadas que la Virgen dirigiò a los pastorcillos de Fàtima. En cada apariciòn habìa repetido: «Rezad el Rosario todos los dìas».

Para salvar a los pecadores de la condenación eterna la Virgen pide la oraciòn de los niños, y especifica que tipo de oraciòn Ella quiere. ¿Qué relaciòn hay entre los niños que rezan el Rosario y la salvaciòn de los pecadores? Tratemos de explicarlo:

Dado que en Jesùs formamos todos una sola familia, la oraciòn de los hijos màs pequeños, inocentes, puede reparar las ruindades y las blasfemias de los màs grandes. Cuando en el Ave Marìa un niño le dice a la Virgen: «... ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte», algùn pecador, quizàs ya desesperado en punto de muerte, vé cerca de él a la Virgen que le sonrìe y que le dice: «Sì, hijo mìo, aquì estoy, vengo para ayudarte...» «Pero yo no te conozco, responde aquel pecador maravillado y feliz, ¡no te he llamado!» «Un niño inocente me llamò en tu nombre, rezando el Rosario. Es como si lo hubieras dicho tù: sòis todos hijos mìos, y os quiero a todos en mi Corazòn. Dàle, pide perdòn a Dios de las muchas cosas feas que has hecho y ven conmigo. Ven a mi Corazòn, te llevaré finalmente a Casa: ¡es tanto que te estoy esperando!»

¿Han entendido, niños? Ataréense  entonces, rezando el Rosario: solos, pero sobretodo con sus amigos, con sus seres queridos, formando Nidos de Oraciòn. Piensen que cada Ave Marìa que dicen es una rosa que ofrecen a la Virgen, es un hermano suyo màs grande que hacen regresar a Casa, en el Corazòn de la Mamà y en el Corazòn de Dios Padre.