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La Audiencia del 27 de mayo de 1989, concedida a 10.000 niños de la Armata Bianca, no fue por tanto una concesión improvisada, sino la culminación de una antigua relación entre los niños y su Papito en Roma, que era también muy consciente de la actividad de la Armata Bianca en Polonia, donde tiene miles de adherentes.

Durante la audiencia, el fundador de la Armata Bianca presentó al Papa a los 10.000 niños de la Armata Bianca como el pequeño David que, con la "honda" del Rosario, golpeó al gigante Goliat y lo derribó: está claro que para "Goliat" se refería al comunismo.

Los niños fueron invitados a ofrecerse a Dios por esta intención, su respuesta fue un "sí" de poder indescriptible: ¿es imprudente hipotetizar (por supuesto: ¡en una lógica de fe!) que, derribar el muro de Berlín - el 10 Noviembre del mismo año - fue decisivo el ayuda que regalaron los pequeñitos de la Armata Bianca?

 

     
   


Aquí están las palabras dirigidas por el fundador de la Armata Bianca a Su Santidad Juan Pablo II el 27 de mayo de 1989 en la Sala Nervi:

Beatísimo Padre,

Le doy las gracias de parte de todos los niños de la Armata Bianca por haberles concedido el honor y la felicidad de estar aquí con Usted.

Estos niños nacieron del Corazón de María, que en los últimos tiempos se mostró siempre a los pequeños: La Salette, Lourdes, Baureng, Banneaux, Fátima.

En Fátima la Virgen nos renovó las grandes exhortaciones de Jesús: "Dejad que los niños vengan a Mi ... que de ellos es el Reino de los cielos..., si no hacéis corno ellos no entraréis en el Reino de los cielos".

Los niños son el corazón de Dios... "Los ángeles ven siempre en sus espíritus el rostro del Padre".

El niño más glorioso de la antigüedad es David, el pequeño que, fuerte solo con su honda, va contra Goliat, y lo vence.

Los niños de la Armada Blanca son los pequeños soldaditos de María que, con la honda del Rosario, se arrojan contra el mal para demolerlo en la felicidad y en la sonrisa.

En 1917, en una explosión de Luz, tres pequeños de 7,9 y 10 años - Jacinta, Francisco y Lucía - ven a "una Señora más luminosa que el sol''. Es la Mujer del Apocalipsis que les hace la siguiente invitación: "¿Queréis donaros a Dios, por la paz en el mundo y para la conversión de los pecadores?".

Los niños responden "sí"; la Señora sonríe, abre los brazos, y de sus manos sale un rayo de Luz que los toca y los penetra.

Lucía comentará: "Aquella Luz era Dios". Es una nueva Anunciación: la invitación de parte de lo Alto, la respuesta de las criaturas, el Espíritu de Amor que se expande sobre el mundo. Al "sí" de María nace Jesús, al "sí" de aquellos niños nace la nueva Iglesia hecha de frescura y de amor puro, que se entrega sin condiciones al Padre, para que en el mundo haya la Paz.

Pero ¿qué es la Paz? La Paz es el Amor. Si le decimos "sí" al Padre, sobre el mundo descenderá el Amor, los hombres serán buenos, vendrá un mundo nuevo sin fronteras, un mundo en el cuál no habrá puesto para los ejércitos, para el odio, para las injusticias, para el racismo; un mundo en el cuál todos se amarán, todos sonreirán, todos serán la expresión de la sonrisa del Padre.

No es un cuento de hadas sino más bien una lección para nosotros los adultos: con el "sí" de aquellos tres niños María salvó a Portugal de la segunda guerra mundial. Les dijo: "Gracias a vosotros tres, y porque vuestra patria, en vosotros, aceptó una invitación, Yo os prometo que la salvaré de la próxima guerra mundial". Portugal es la única Nación que no entró en la segunda guerra mundial, gracias a tres niños.

Ahora yo pregunto a vosotros los pequeños: "¿La Mamá quería ir solo a donde esos tres niños, o a todos los niños del mundo?"

"¡A todos los niños del mundo!!"

"¿También a ustedes?"

"¡Sí!"

Con solo tres niños María salvó una Nación entera de la guerra; si encontrará miles y miles de niños que le dirán "sí", ¿qué podremos salvar?

“¡El mundo entero!''

''Bien, niños, nosotros somos hoy miles y miles; María nos hace la invitación que el Ángel le hizo a Ella, y que Ella pasó después a los tres pastorcitos de Fátima: la invitación de donarse a Dios. Si responderemos "sí", ¿a quién perteneceremos después?"

"¡Al Padre del cielo!"

"¿Y el Papá del cielo que podrá hacer con nosotros?"

"¡Todo lo que quiera!"

Pero El quiere una sola cosa, la Paz. Hoy los hombres se están volviendo locos, continúan a construir armas y más armas, están preparando una tercera guerra mundial; pero el Papá del cielo no está de acuerdo, por lo tanto ha enviado a María a vosotros los niños, y Ella os dice: "No tengáis miedo, decidme "sí" y juntos salvaremos al mundo; decidme "sí" y juntos haremos estallar la primera paz mundial... "

"Sí" es la palabra más pequeña pero más potente, porque "sí" quiere decir amor. Hay otra palabra pequeña, pequeña, pero que es fea, y es el "no"; el "no" tiene que ser eliminado. Hay otra más fea aún, que hemos inventado nosotros los adultos, es el "ní". Con nuestro "sí" tenemos que destruir todos los "no" y los "ní":

¿Estáis de acuerdo?"

“¡Síííííííí!”

Bien, entonces os invito ahora a levantaros, sin hacer ruido. El "sl'' que estáis por decir es el más importante de vuestra vida. Hoy haremos bajar sobre la humanidad un mar de Luz, y cuando habremos dicho nuestro "sí" seremos pequeños soldaditos de María que irán por el mundo con la honda del Rosario, con el arma de María - así la llamaba Padre Pío de Pietralcina (Italia) - la única "arma" que no mata a los hombres sino que mata el mal; renovaremos el "sí" que dijimos en el Bautismo; pero entonces fue el padrino que lo dijo por nosotros, ahora lo pronunciaremos nosotros libremente.

Yo os repetiré las palabras de María, pero añadiremos, hoy que estamos aquí en la casa del Papa - y lo diremos siempre después -"por el Papa". Cuando habré terminado y habré dicho "Corazón Inmaculado de María" diremos nuestro "sí", pero os ruego, hacedlo salir del corazón: tiene que ser el "sí" que desbarate el cielo y haga llover sobre la tierra el Amor que transformará a los hombres, un amor del cuál hay extrema necesidad. Hagamos algunos instantes de silencio...

"Hermanitos míos, os lo pregunto de parte de la Mamá que necesita nuestra ayuda: ¿Queremos donarnos al Padre del cielo, listos para aceptar lo que querrá enviamos, para que el mundo tenga paz, para que los malos se vuelvan buenos, por el Papa, por el triunfo del Corazón Inmaculado de María ?"

“¡Síííííííí!”.

 

 



Su Santidad Juan Pablo II, el 27 de mayo de 1989, dirigió estas palabras a los 10.000 niños de la Armata Bianca presentes en la Sala Nervi:

Queridísimos niñitos

Estoy muy contento de veros tan numerosos y alegres, y a todos os saludo con gran cariño. Pertenecéis a aquella asociación especial de oración y de apostolado que se llama Armada Blanca, porque está consagrada a María Santísima. Habéis venido de tantas ciudades de Italia y os acompañan algunos Obispos, a los cuales doy mi fraternal saludo, agradecido con ellos, como con todos vosotros. Mi saludo va también para todos los que han organizado este encuentro, para vuestros familiares y vuestros animadores.

Agradezco sobretodo al Señor porque os ha donado una fe tan grande y simple, pero convencida y profunda. También a vosotros Jesús dijo: “Dejad que los niños vengan a Mi, no lo impidáis, porque quién es como ellos pertenece al Reino de Dios” (Lc 18,16).

Conocéis los empeños de vuestra asociación: consagrarse a Dios Padre y a María, empeñándose en la oración del Rosario, con particular intención de reparación por la conversión de muchos al mensaje cristiano.

Os exhorto a ser fieles en tal tarea, uniendo a la oración el testimonio de la bondad. El mundo necesita vuestra bondad e inocencia para volver a encontrar el camino de Cristo, y para salir de muchas situaciones de pobreza moral.

Queridísimos, proclamad el valor de la bondad, sobretodo con la fuerza de la generosidad y de la gracia, con una grande y generosa amistad hacia Jesucristo. De un tal mensaje el hombre siente hoy una inmensa necesidad, quizás hasta una gran nostalgia, un impelente deseo. Por lo tanto, sed fieles a vuestro empeño de oración y a la devoción a María Santísima. Vosotros sabéis bien que el mensaje y la invitación de la Virgen a los chicos de Fátima es substancialmente solo esto: “Orad, orad mucho y haced sacrificios por los pecadores”.

 

Hoy yo también quisiera dejaros un recuerdo de esta visita, y lo hago con una recomendación: Sed fieles al encuentro con Jesús Eucarístico participando con alegría a la festiva mesa del altar dominical, Jesús os convoca para el día de fiesta, os quiere cerca en su sacrificio; quiere estar en comunión con vosotros. De Jesús aprended a amar al prójimos, a ser generosos con todos, a buscar momentos de solidaridad con quién sufre, con quién os necesita.

Ayudad a la Iglesia en su misión de Maestra de la Verdad, de Madre de gracia. Ayudadla también vosotros a difundir la fe. Esto es posible con el estudio del Catequismo, con el conocimiento de sus palabras, con vuestra afectuosa correspondencia a las invitaciones de los Obispos y de los sacerdotes que os guían.

Sed los válidos apóstoles de Jesús para vuestros amigos, y para ellos repetid a menudo la oración que se le enseñó a los niños de Fátima: “¡Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo! ¡Te pido perdón por aquellos que no creen, no esperan, no adoran y no te aman!”

¡Que la Virgen María os proteja, os asista, os vuelva perseverantes en el propósito desafiante de la oración del Rosario. ¡Que os ayude mi bendición, que ahora con afecto os imparto, y que de buena gana extiendo a vuestros familiares y a vuestros educadores!