LAS APARICIONES DEL ANGEL


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Los tres pastorcillos fueron preparados al encuentro con la Virgen por un espléndido Angel que se presentò ante ellos como el Angel de la Paz, el Angel de Portugal. Tres veces se les apareciò y hablò con ellos. 

Primera apariciòn del Angel

Era el año 1915 cuando un dìa, al ocaso, mientras los tres niños estaban jugando, sintieron una ràfaga de viento repentina y vieron que se acercaba una luz màs blanca que la nieve, en forma de un joven bellìsimo que los tranquilizò diciéndoles: «No temàis: soy el Angel de la paz; rezad conmigo». Y arrodillándose con el rostro hasta el suelo repitiò tres veces esta oraciòn, que los niños, también ellos postrados en el suelo, rezaron con él: «Dios mìo, yo creo, adoro, espero y os amo. Pido perdòn por todos lo que no creen, no adoran, no esperan y no os aman». Después se levantò y dijo: «Rezad asì. Los Corazones de Jesùs y de Marìa acogen sus sùplicas». Y desapareciò.

Las palabras del Angel se imprimieron en la mente de los pastorcillos en manera tan profunda que desde ese momento en adelante se ponìan a menudo en esa incòmoda posiciòn por largo tiempo, y repetìan aquella oraciòn hasta caerse de cansancio. 

Segunda apariciòn del Angel

Pasaron algunos meses y, después del primer entusiasmo, los niños volvieron a los viejos juegos. En pleno verano, entre Julio y Agosto del año 1916, mientras estaban jugando alrededor del pozo, en el huerto de Lucìa, vieron de repente el mismo Angel cerca de ellos, que les recordò de rezar y de hacer penitencia: «¿Qué estàis haciendo? Rezad, rezad mucho. Los Corazones de Jesùs y de Marìa tienen sobre ustedes planes de misericordia. Ofreced constantemente al Altìsimo oraciones y sacrificios».

«¿Como nos tenemos que sacrificar?» preguntò Lucìa. «De todo lo que podàis ofreced sacrificios al Señor en acto de reparaciòn por los pecados con los cuales es ofendido, y de sùplica por la conversiòn de los pecadores. Atraed de este modo la paz sobre su patria. Yo soy su Angel de la Guarda, el Angel de Portugal. Sobretodo aceptad y soportad con sumisiòn los sufrimientos que el Señor os mandarà».

Antes de desaparecer el Angel aclarò mejor su invitaciòn a la penitencia y a los sacrificios: «Los sacrificios de los niños son muy queridos al Señor: son potentes para la conversiòn de los malos.

«Estas palabras - escribiò después Lucìa - se imprimieron en nuestro espìritu como una luz que nos hacìa comprender quién era Dios, cuanto nos amaba y cuanto querìa ser amado, el valor del sacrificio, hasta que punto este le agradaba y como, a través de eso, El convierte a los pecadores. Es por esto que, a partir de ese momento, comenzamos a ofrecerle a Dios todo lo que nos mortificaba, sin embargo sin afanarnos en buscar otras penitencias o sacrificios, excepto el de pasar horas y horas postrados en el suelo repitiendo la oraciòn del Angel». 

Tercera apariciòn del Angel

Pasaron todavìa algunos meses. Era ya el otoño de 1916; un dìa los niños acababan de rezar el Rosario y, de rodillas, con la frente en el suelo, repetìan la oraciòn del Angel: «¡Dios mìo, yo creo, adoro, espero y os amo! Os pido perdòn por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman».

De repente fueron envueltos por una luz resplandeciente y vieron al Angel con un Caliz en la mano, y arriba una Hostia de la cuàl caìan en el Caliz gotas de sangre. Dejando el Caliz y la Hostia suspendidos en el aire, el Angel se arrodillò cerca de los tres niños y los hizo repetir tres veces esta oraciòn: «Santìsima Trinidad, Padre, Hijo y Espìritu Santo, os adoro profundamente y os ofrezco el preciosìsimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo, presente en todos los Tabernàculos del mundo, en reparaciòn de los ultrajes, sacrilegios e indiferencia con los cuales El es ofendido. Y por los méritos infinitos de Su Sagradìsimo Corazòn y del Corazòn Inmaculado de Marìa, os pido la conversiòn de los pobres pecadores».

Después se levantò y tomò la Hostia y se la diò a Lucìa, mientras que a Francisco y Jacinta diò de beber el contenido del Caliz diciendo: «Tomad y bebed el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, horriblemente ultrajado por los hombres ingratos. Reparad el delitos de ellos y consolad a vuestro Dios». Arrodillàndose de nuevo con el rostro en el suelo el Angel repitiò todavìa tres veces la misma oraciòn junto con los niños, y después desapareciò.

Los tres pastorcillos se quedaron postrados para repetir la oraciòn que el Angel les habìa apenas enseñado, hasta cuando Francisco se diò cuenta de que se habìa hecho ya de noche y que era hora de regresar a la casa.

*  *  *

Llegados a esta punto, ustedes niños, se preguntarán: - Pero, ¿quienes son los Angeles? - ¿Tienen un cuerpo como nosotros? - ¿Qué significado tienen las oraciones del Angel?

Los Angeles son seres espirituales, es decir sin cuerpo, que estàn siempre delante de Dios en el Cielo, en una dimensión espiritual, y lo aman, lo sirven, lo glorifican. Son una centella del gran fuego de Luz y de Amor que es Dios mismo. Son bellìsimos en el esplendor, y forman la alegrìa de Dios que les comunica Su bondad, Su belleza y Su potencia.

Ellos aman tanto al buen Dios, y también a nosotros los hombres que nos consideran como hermanos. Sabemos que cada hombre, desde el momento en que comienza a vivir, es confiado a un Angel, que està cerca de él hasta cuando muere. Este Angel es el Angel de la Guarda, que tiene la tarea de protegernos del mal, de iluminarnos con su consejo, de enseñarnos a amar a Dios, de guiarnos hacia el Cielo, nuestra patria comùn. Allì conoceremos a nuestro Angel y entenderemos cuanto bien él nos ha hecho en la tierra; le agradeceremos y juntos alabaremos a Dios, nuestro Padre comùn.

A menudo Dios manda a los Angeles a la tierra para misiones especiales. Ellos manifiestan su presencia con la luz o con otros modos, pero la mayor parte de las veces toman el aspecto humano.

En la Sagrada Escritura el Angel se mostrò al profeta Daniel con figura de hombre; al joven Tobìas se le presenta como un contemporáneo que lo acompaña en un largo viaje, ayudàndolo y defendiéndolo de muchos peligros. En el caso de Fàtima, teniendo que mostrarse a niños, el Angel tomò la semejanza de un jovencito.

En algunos casos los Angeles
se han hecho ver con las alas; esto no porque tengan alas sino porque quieren hacernos entender que estàn tan listos para obedecer al buen Dios que “vuelan” desde el Cielo a la Tierra para hacer lo que El manda. Y también para recordarnos que la patria de ellos no es la tierra sino el Cielo, del cuàl provienen y al cuàl nos guìan.

¿Qué significado tienen las oraciones que el Angel le enseñò a los niños?
En la primera: “Dios mìo, yo creo, adoro, espero y os amo pido perdón por todos los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman” quiere recordarnos que Nuestro Padre del Cielo està triste porque gran parte de sus hijos en la tierra no creen en El, no corresponden a Su inmenso Amor de Padre que los ha creado y salvado. Fiel a Su Amor, el Padre manda a su Angel para decirle a los niños que lo amen también por parte de los que no Lo aman y Lo ofenden; es màs, los invita a pedir perdòn por estos hermanos màs grandes que Lo odian y que blasfeman. Por estas mismas intenciones la Virgen le pidiò a los pequeños el “ofrecerse a Dios... en acto de reparaciòn por los pecados con los cuales es ofendido”.

A los hijos ingratos que forman el ejercito de los enemigos de Dios, y que Lo ofenden y Lo amargan, la Mamà del Cielo quiere contraponer un ejercito de niños que creen en El, Lo aman y Lo consuelan. Es la gran “Armada Blanca” en la cuàl la Virgen reune a todos los niños del mundo bajo la custodia de los Angeles, para convertir a los pecadores, es decir para hacer regresar al Corazòn del Padre a todos los hijos que se habìan alejado por causa del pecado.

En la segunda oraciòn: “Santìsima Trinidad, Padre, Hijo y Espìritu Santo, os adoro profundamente y os ofrezco el preciosìsimo Cuerpo, Sangre y Divinidad de Jesucristo, presente en todos los Tabernàculos del mundo, en reparaciòn de los ultrajes, sacrilegios e indiferencia con los cuales El es ofendido; y por los méritos infinitos de su Sagradìsimo Corazòn y el Corazòn Inmaculado de Marìa os pido la conversiòn de los pobres pecadores”, el Angel quiere recordarnos que Jesùs està realmente presente en la Eucaristìa, y quiere invitarnos a amarLo y a reparar las muchas ofensas que Le hacen  en este  Sacramento.

Los niños de Fàtima entendieron bien lo que el Angel les habìa pedido. Cuando los padres decidieron de mandarlo a la escuela, Francisco, sabiendo que iba a morir dentro de poco, preferìa quedarse en la iglesia y le decìa a Lucìa: «Oye, tù vete a la escuela. Yo me quedo aquì, en la iglesia, cerca de Jesùs escondido». Y Jacinta, mientras que viviò con las monjas en Lisboa, a donde fué llevada para ser operada, se hacìa conducir a un cuartito desde el cuàl podìa ver el Tabernàculo, y pasaba horas y horas haciéndole  compañía a «Jesùs solo».
Niños queridos, cerramos este discurso sobre los Angeles haciéndoles notar que los pastorcillos fueron preparados precisamente por el Angel para el encuentro con Jesùs Eucaristìa y con la Virgen. Por lo tanto es bueno que nos consagremos al Angel para que nos guìe hacia Jesùs y Marìa. Podemos hacerlo con esta simple oraciòn: “Hermano mìo, dame la mano, llévame a Dios”.

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