Cómo hablar de la consagración a los niños – 2 Fórmula corta

Usaremos esta fórmula cuando haya muchos niños o cuando tengamos poco tiempo disponible.
Siempre se comienza con la decena del Rosario para entrar en un ambiente de oración.

Fórmula corta

Queridos niños, estamos aquí para contarles la historia de tres niños pastores de Fátima, que supieron consolar a Dios, reparar los pecados con los que Dios es ofendido y ofrecer consuelo al Inmaculado Corazón de María. ¿Quieren también ustedes consolar a Dios y a María? ¡¿Sí?! ¿Saben, niños, en el mundo hay guerra, violencia, millones de niños muriendo de hambre… ¿Estarían felices si todo este mal terminara? ¡¿Sí?! Entonces deben prometerme que tomarán atención a lo que les contaré. Les contaré la historia de tres niños como ustedes. Es una historia real. Estos niños nos enseñarán lo que se debe hacer para consolar a Dios y a María y así dar paso a un mundo nuevo en el que sólo haya Amor.

Lucía, Francesco y Jacinta eran tres niños pastores que vivían en Fátima en Portugal. El 13 de mayo de 1917, ya habían rezado el Rosario, como todos los días, cuando de repente oyeron ruidos como de truenos y vieron una gran luz, en medio de la cual estaba una hermosa Señora, más brillante que el sol. Los niños tenían un poco de miedo, pero la sonrisa ligeramente triste y la dulce voz de la Virgen María los tranquilizaron. La Señora les dijo que Dios está triste por los pecados del mundo y preguntó a los niños: «¿Quieren ofrecerse a Dios, dispuestos a aceptar todo lo que quiera enviarles, en acto de reparación por los pecados con los cuales Él es ofendido, y de súplica por la conversión de los pecadores». Los tres niños respondieron «sí»: es decir, aceptaron ofrecerse para colaborar en este plan divino. María abrió las manos y de ellas salió un gran rayo de luz que golpeó a los niños en el pecho y entró dentro de ellos. Esa Luz era el Espíritu Santo. Lucía, Francisco y Jacinta se convierten así en tres niños llenos de la Fuerza de Dios. La Virgen les recomendó rezar todos los días el santo rosario por la conversión de los pobres pecadores y hacer sacrificios y con esos tres niños comenzó a realizar grandes proyectos de amor por su patria y por el mundo entero.

Ahora les hago una pregunta: ¿Creen que Nuestra Señora quería ir sólo a esos tres niños de Portugal o a todos los niños del mundo? ¿A todos los niños del mundo? ¿Sí? ¿Entonces a ustedes también?” ¡Sí!

La Mamá del Cielo llama hoy a cada uno de ustedes para que la ayuden a traer la paz al mundo. Si ustedes también quieren ayudarla, como lo hicieron los tres pastorcillos, si quieren devolverle la sonrisa al rostro de la Virgen tan dolida por los pecados de los hombres, díganle también ustedes su «Sí».

Por eso les repito la invitación que Nuestra Madre hizo a los tres niños de Fátima: «¿Quieren ofrecerse a Dios, dispuestos a aceptar todo lo que quiera enviarles, en acto de reparación por los pecados con los cuales Él es ofendido, y de súplica por la conversión de los pecadores (y añadimos) por el Papa y por el triunfo del Inmaculado Corazón de María en el mundo?»

¿Pero qué debemos hacer? Tres cosas:

1º = Ofrecernos a Dios (con todo nuestro Amor)

2º = Rezar el Rosario todos los días por la conversión de los pecadores. (con nuestras oraciones ayudaremos a las personas a creer en Jesús y a saber pedir perdón a Dios por sus errores)

3º = Hacer algunos pequeños sacrificios. (renunciaremos a algo que nos gusta para ofrecérselo a Jesús) Ahora los invito a ponerse de pie en posición de oración, con las manos juntas y los ojos cerrados. Pedimos ayuda a nuestro Ángel con esta oración: «¡Hermano mío, dame la mano y llévame a Dios!». Repitámoslo juntos: «Hermano mío…» Ahora preparémonos para decir nuestro «sí». Todos atentos, con las manos juntas, mirando a María. Cuando pronuncie la palabra «mundo» – si quieren – deben gritar su «sí» con fuerza, para que llegue hasta el cielo.

«¿Quieren ofrecerse a Dios, dispuestos a aceptar todo lo que quiera enviarles, en acto de reparación por los pecados con los cuales Él es ofendido, y de súplica por la conversión de los pecadores, por el Papa y por el triunfo del Inmaculado Corazón de María en el mundo?» ¡Siiiiiii!

No, no me gusta. Quiero un «sí» que venga directo del corazón; un «sí» potente, que debe atravesar el Cielo y hacer descender un mar de Amor sobre la tierra… Entonces hagamos otra prueba y esta es la buena. Hagamos una pausa para guardar silencio nuevamente. Recuerden que este es el “sí” más importante de su vida. Todos estamos de pie con nuestras manitas juntas y los ojos cerrados. Cada uno se pregunte si realmente, de todo corazón, quiere responder que sí. (*Con voz clara pronunciando bien las palabras) «¿Quieren ofrecerse a Dios, dispuestos a aceptar todo lo que quiera enviarles, en acto de reparación por los pecados con los cuales Él es ofendido, y de súplica por la conversión de los pecadores, por el Papa y por el triunfo del Inmaculado Corazón de María en el mundo?» ¡Siiiiiii!

Ahora, con el corazón pidamos a María que abra sus manos y deje que el Espíritu Santo descienda también sobre nosotros, como lo hizo con los tres niños de Fátima… con los ojos cerrados… las manos juntas, en SILENCIO… (pausa).

Y agradecemos a María diciendo estas oraciones de consagración: «¡Madre, te doy mi corazón y mi voluntad, por la eternidad, salva a la humanidad!» “¡Padre mío, Padre bueno, a Ti yo me ofrezco, a Ti yo me doy!”.

Todos los días rezaremos el Rosario por la conversión de los pecadores y también ofreceremos algún pequeño sacrificio al Señor, como los tres pastorcitos de Fátima en reparación por los pecados con los que El es ofendido y por la conversión de los pecadores.

Si muchos usamos esta arma, formaremos un gran EJÉRCITO; una ARMADA BLANCA de la Virgen, porque el blanco es el color de la inocencia.

Serán parte de este Ejército todos los niños del mundo que reciten el Rosario todos los días, solos, o formando pequeños grupos de oración – LOS NIDOS DE ORACIÓN de la ARMATA BIANCA – con sus familiares y amigos.

Ahora les explicaremos cómo se reza el rosario: tomen el rosario y el folleto con la explicación que les hemos entregado… (ver «parte 4») Aprendan a rezarlo bien y luego lo recitarán todos los días en familia.

Dios y María les dicen ¡Gracias! Saludemos ahora a María con un hermoso canto..!


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